MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
17 de abril
El sólido fundamento de Dios
¿Cuál es la firme base sobre
La confesión de Cesarea.
En Cesarea de Filipo, Jesús pregunta a sus discípulos
quién dicen los hombres que es él. Ellos le dicen que todos le asocian con
alguno de los profetas. Entonces él les pregunta a ellos lo mismo. Pedro dice:
"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". El Señor replica: "Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi
Padre que está en los cielos" (Mt. 16:16-17).
Jesús es el Ungido de Dios, en quien el Padre ha querido reunir todas las
cosas. También es el Hijo Unigénito de Dios. Y la única manera como puede ser
conocido es por revelación del Padre.
El fundamento de toda la obra de Dios no es
un conocimiento bíblico de Cristo, sino la revelación interior, que es el punto
de partida de una relación vital con el Señor. Esta revelación es absolutamente
personal. Juan dice que el evangelio fue escrito "para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (Juan 20:31). Esta es la razón de ser de toda la Escritura: que
los hombres crean correctamente, para que creyendo, tengan vida en su nombre.
La interrupción en el monte. El Señor lleva
a Pedro, Juan y Jacobo al monte, y allí se transfigura delante de ellos. Y
aparecen junto a él Moisés y Elías. Entonces Pedro propone hacer tres
enramadas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. En ese momento,
una voz desde la nube dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia, a él oíd" (Mt. 17:5). El Padre
interviene desde el cielo para hacer callar a Pedro, y poner las cosas en su
lugar. Moisés (la ley) y Elías (los profetas) eran hasta Juan (Lc. 16:16), pero desde entonces, sólo una voz debe oírse,
la voz del Hijo de Dios.
Creer que Jesús es un profeta, no es
suficiente; es preciso creer lo que él es en su preciosa persona: el Cristo de
Dios, y el Hijo de Dios. Estas son cosas se han escondido a los sabios y a los
entendidos y se han revelado a los niños (Mt. 11:25).
El testimonio ante el concilio. Luego de la
sanidad del cojo en el pórtico La Hermosa, Pedro es llevado ante el concilio.
Allí él da testimonio diciendo: "Jesucristo de Nazaret ..
a quien Dios resucitó de los muertos ... Este Jesús es
la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser
cabeza del ángulo" (Hech. 4:10-11).
Pedro testifica de la resurrección de
Cristo. ¿Cómo podría ser Jesús el fundamento de la obra de Dios si hubiese sido
vencido por la muerte? Luego, él da testimonio acerca de Jesús como la piedra
del ángulo, reprobada por los edificadores. Los hombres le han rechazado, ¡pero
Dios le ha aprobado!
La roca no es Pedro, sino Cristo. Y no es
sólo Cristo exaltado a la diestra del Padre, sino Cristo dado a conocer por el
Padre en