MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
16 de abril
Volviendo el corazón a los hijos
"E irá delante de él con el espíritu y el poder
de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos"
(Lucas 1:17).
Cuando el corazón de los padres se vuelve de
veras a los hijos, entonces necesariamente el corazón de los hijos se volverá a
los padres. La mayor responsabilidad es de los padres.
La mayor pérdida en los hijos se ocasiona
cuando los padres no han sembrado en ellos la semilla de
Usted tiene que segar aún todo lo que
sembró. Pero, sin duda, vendrá el día en que ganará el corazón de su hijo. La
indiferencia y rebeldía de los hijos hoy, es sólo la consecuencia de un desinterés
y de una displicencia de los padres hacia los hijos. La indiferencia de ahora
fue precedida de una indiferencia de ayer por parte de sus padres en cuanto a
obedecer al Señor en su responsabilidad con los hijos.
Hay dos ejemplos del Antiguo Testamento, que
son polos opuestos en este asunto. Abraham y Elí.
"Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer? Porque yo sé
que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de
Jehová" (Gén. 18:17-19). Es a causa de la fidelidad
de Abraham como padre que Dios le confía un secreto importante. Abraham es un
positivo ejemplo de cómo se enseña a los hijos: El carácter de Isaac es uno de
los más preciosos de toda la Biblia.
Veamos el caso de Elí.
El Señor le dice: "¿Por qué has honrado a tus hijos más que a mí,
engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?"
(1 S. 2:29). Aquí los hijos son un obstáculo para que un hombre de Dios pueda
ejercer su ministerio. Luego, el Señor agrega: "Yo juzgaré su casa para siempre ... porque sus hijos han blasfemado a Dios y él no
los ha estorbado". Estorbar es impedir que alguien haga algo. Elí sabía de los pecados que sus hijos cometían en el
tabernáculo, pero sólo les aconsejaba. Él no fue capaz de estorbar a sus hijos,
y esa fue la causa de su caída.
Es necesario que nosotros enseñemos esto,
porque vemos cada día padres demasiado consentidores de sus hijos, a quienes
éstos desobedecen una y otra vez sin que nada ocurra. Eso no es un rasgo de
amor o de misericordia por nuestra parte, sino de desobediencia al Señor.
La obra restauradora de nuestros días, igual
que en los días de Juan, apunta a la normalización de las relaciones
familiares. Como consecuencia de que los padres se vuelvan a los hijos, el
corazón de los hijos será sanado, serán recuperados de su rebeldía, y su
corazón se volverá fértil para la semilla de la palabra de Dios.