MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
11 de abril
Perfeccionados
Al leer Hebreos
llaman la atención tres versículos sobre el Señor Jesús.
Los dos primeros son muy parecidos entre sí,
y explican los sufrimientos del Señor: "...que habiendo de llevar muchos
hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de
ellos" (2:10). "Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la
obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación
para todos los que le obedecen, y fue declarado por Dios sumo sacerdote según
el orden de Melquisedec" (5:8-10). Esto nos muestra algo muy difícil de
entender: que el Hijo de Dios, siendo Dios mismo, santo y puro y perfecto, tuvo
que padecer para aprender la obediencia, y ser perfeccionado.
Luego, el tercer versículo, es muy precioso:
"Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la
palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para
siempre" (7:28). Aquí vemos la obra concluida, el fruto de sus
padecimientos, pues el Señor ya ha sido hecho perfecto para siempre, ya ha sido
perfeccionado.
Sin duda, este trabajo que Dios hizo en su
Hijo en los días de su carne, es el mismo que está haciendo en sus muchos hijos
en este tiempo. El apóstol Pedro dice: "Porque también Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas..." (1ª Ped. 2:21). Las pisadas del Señor siguieron el camino del
dolor, con miras a la madurez. ¡Cuánto más nosotros, que estamos en un cuerpo
de muerte!
En cada cristiano hay muchas áreas que deben
ser tocadas, áreas donde el alma se opone a la voluntad de Dios. Son áreas
fortificadas, endurecidas, que necesariamente deben ser golpeadas, a fin de
quebrar su resistencia.
No sabemos en qué cosas, en qué áreas de su
vida, el Señor tuvo que aprender
Podrá haber cosas que se le resistan hoy,
para después de que pase un tiempo, cuando ya pensábamos que él lo había olvidado,
volverá con mayor fuerza, tocando y quebrantando cada área que se le opone. Su
mano podrá ser tan firme en algunos casos, que el cristiano se verá en grandes
apuros y padecimientos. Sin embargo, antes de que éste desmaye, cuando el
corazón ya zozobra, se rendirá, cesará la prueba y vendrá la paz.
Su persistencia se explica por Su amor, y el
dolor, por nuestra dureza. En Hebreos se nos descorre
el velo para ver a nuestro Señor en su doloroso camino hacia la obediencia, que
es el camino hacia la perfección.