MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
9 de abril
De su costado
El libro de Génesis dice que cuando Dios
creó a Eva, hizo caer en un sueño profundo a Adán, y mientras dormía, abrió su
costado y tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la
costilla que Dios tomó del hombre, hizo a la mujer, y la trajo al hombre
(2:21-22).
Así, lo que había sido tomado del hombre,
volvió a él en forma de mujer. De lo hecho por Dios, Adán pudo entender la
íntima relación que había entre él y
Unos cuatro mil años después, hubo una
escena similar en el Gólgota. Los soldados se acercaron a los crucificados para
quebrarle las piernas, y apurar su muerte. Como el Señor Jesús ya estaba
muerto, le eximieron de esto, y en su lugar le abrieron el costado con una
lanza, "y al instante salió sangre y agua" (Juan 19:34). En ese
momento se sellaba el nacimiento de la iglesia, y el modo como habría de ser
limpiada de sus pecados (1ª Juan 1:7), y lavada de toda mancha (Efesios
5:25-27). El sueño de Adán es la muerte de Cristo. Y de ese costado herido, el
Padre tomó una costilla del postrer Adán, e hizo la Iglesia.
¿Qué nombre será el que Cristo dio a la
Iglesia, al verla ante sí presentada por el Padre? Adán puso a Eva un nombre
que era una derivación del suyo propio. ¿Será el nombre de la Iglesia algo así
como Crista, o Cristiana? Habrá un día en que todas
las cosas llevarán un nombre nuevo, uno que corresponda con la verdadera
naturaleza de las cosas y las personas, que correspondan con el propósito
inicial de Dios y con su obra acabada en ellos (Ap. 2:17).
Pablo, en Efesios, cuando describe el
matrimonio, dice que éste es un gran misterio, y que al hablar de matrimonio,
él en verdad está hablando de Cristo y
Podemos ver a Dios haciendo dormir a cada
hombre para sacar de su costado a su mujer, para que éste, al verla, exclame
maravillado: "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne";
y luego decir: "Ésta será llamada Juana" (si es que él se llama Juan),
o "ésta será llamada Paula" (si es que él se llama Pablo); para que
la unidad perfecta no sea sólo cosa de la Escritura, sino una unidad de hecho,
reflejada perfectamente en sus nombres.