MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
4 de abril
Cómo hallar el reposo (6)
En el versículo 4:11 de Hebreos
concluye la argumentación del Espíritu Santo sobre el reposo: "Procuremos,
pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de
desobediencia". Pareciera que con esta exhortación se cierra todo, que
nada más precisa ser dicho sobre el asunto.
Sin embargo, a continuación, el Espíritu
introduce dos elementos que están inseparablemente unidos al reposo de Dios:
uno es la Palabra de Dios, y el otro es el ministerio de Cristo como Sumo
Sacerdote.
"Porque la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón" (4:12). Este "porque" une lo que
se va a decir con lo dicho anteriormente. Este "porque" indica que lo
que viene, explica lo anterior.
Antes se había dicho que es preciso creer a
la palabra de Dios ("si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro
corazón"),y ahora se dice cuál es el trabajo que
realiza esa palabra en el corazón del hombre. Por qué es tan importante. Ella
separa el alma del espíritu. El alma es nuestro "yo" con todos sus
argumentos, sus comodidades, e incredulidades. El alma estorba al espíritu y no
lo deja creer y seguir al Señor. Entonces, el alma debe ser desnudada,
descubierta en sus argucias, y debe ser negada. "Todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta".
Esa es la obra de la palabra de Dios, una obra imprescindible para poder
creerle a Dios y entrar en su reposo.
El segundo elemento que introduce el
Espíritu aquí es el sacerdocio de Cristo: "Por tanto, teniendo un gran
sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos
nuestra profesión" (4:14). Este "por tanto", concluye el
razonamiento, esta es la conclusión: Es porque tenemos tal sumo sacerdote, que
podemos retener nuestra profesión (o confesión de fe).
En dos versículos claves del capítulo 3 se
nos instaba a retener la confianza en cuanto a que somos casa de Dios, y que
somos participantes de Cristo (v. 6 y 14). Esas dos cosas juntas conforman
nuestra profesión. Y aquí se nos aclara cómo es que podemos retener todo eso:
porque tenemos un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, y que es
compasivo, que fue tentado igual que nosotros, etc.
Esta confesión de fe es tan resistida por la
carne, el mundo y el infierno, que, a menos que tengamos este doble socorro de
lo Alto: de la palabra de Dios, y de nuestro gran Sumo Sacerdote, no podremos
permanecer en esta fe. Este tercer "retengamos" es el definitivo. Es
porque está anclado en los cielos mismos. Es el perfecto reposo de Dios para
sus hijos.