MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
2 de noviembre
La clave del reposo
---Hebreos
capítulo 4 combina estrechamente el gran tema del reposo con la Palabra de Dios
y el sacerdocio de Cristo. ¿Qué tienen estos tres elementos en común? ¿Cuál es
la forma en que se relacionan?
---Hay
primeramente un ejemplo tomado del pueblo de Israel. Este ejemplo tiene que ver
con la toma de posesión de la tierra prometida, y su consiguiente disfrute de
ella. Sabemos que la tierra de Israel es una de las grandes metas de Israel al
salir de Egipto, y que todo aquello es una figura de la vida cristiana, de cómo
salimos del mundo para entrar en la plena satisfacción de Cristo.
---Se
nos dice que Israel no alcanzó el reposo en los días de Josué, sino que queda
un reposo aún pendiente. De lo mismo da testimonio David muchos años después.
Entonces, ¿cuál es el verdadero reposo del pueblo de Dios?
---Sin
duda, es Cristo. No podía darles Josué a Israel el verdadero reposo, porque
Canaán era sólo figura y sombra de lo que habría de venir. Ahora, (aunque el
texto de Hebreos no lo dice explícitamente) tenemos la
verdadera posibilidad de conocer el reposo de Dios, que es también nuestro
reposo. Israel por incredulidad no entró en el reposo; nosotros por fe tomamos
a Cristo como nuestro reposo.
---Ahora
bien, ¿qué tiene que ver la Palabra de Dios aquí? Se nos dice que la Palabra es
una espada de dos filos que penetra hasta partir el alma y el espíritu. Esta
acción de la Palabra, en la práctica, es fundamental para alcanzar el reposo.
La Palabra separa el alma del espíritu en el creyente, para que éste pueda vivir
por el espíritu, dejando de lado los vaivenes y oscilaciones del alma. En el
alma están los sentimientos y las emociones de la carne; en el alma están los
grandes entusiasmos, y las grandes depresiones. Allí todo es azaroso y
turbador. Allí no hay paz ni descanso. Sólo cuando el espíritu se ve libre de
ese lastre, y puede ejercer su gobierno sobre el alma, entonces, y sólo
entonces el corazón del creyente puede disfrutar del verdadero reposo de Dios.
---La
Palabra de Dios realiza esta maravillosa obra, pues ella es la espada del
Espíritu. Un cristiano que ha experimentado esta separación puede tener paz y
descanso en medio de la tempestad de la vida.
---Por
último, está el sacerdocio de Cristo. Tal vez alguien juzgue como innecesario
el tener este oficio del Señor disponible si ya estamos en posesión de nuestra
herencia. Pero la lucha aún persiste. La incredulidad está aferrada a la carne,
y el cristiano aún deberá luchar contra ella. Él está rodeado de debilidad, y
cuando la tentación arrecia, necesitará del fiel Sumo Sacerdote, que está a la
diestra de Dios.
---No
es el oficio del abogado –el cual viene después que la caída se ha
producido, cuando ya ha sido consumado el pecado–,
sino que es el del sumo sacerdote, que interviene para librar oportunamente a los
que están siendo tentados. ¡Y la promesa que se abre ante nosotros es
maravillosa! Él no se duerme, así que puede librar oportunamente.
---¡Qué
combinación preciosa: reposo, Palabra y sacerdote! Todo esto es Cristo, por el
Espíritu para nosotros, ¡ahora!