MEDITACIÓN
CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO
29 de mayo
Había estado con él
Gracias a algunos antecedentes dados por
algunos padres de la Iglesia, existe la idea común de que, por detrás del
Evangelio de Marcos, está la sombra de Pedro. Marcos no fue testigo ocular de
los hechos que narra, pero sí Pedro. Él estuvo muy cerca del apóstol durante
muchos años, y le habría oído contar una y otra vez los episodios que escribe
luego, por solicitud de los hermanos de Roma.
Si se acepta esta opinión común, el relato
de Marcos es una expresión del relato que Pedro acostumbraba hacer sobre la
persona y los hechos del Señor. Al revisarlo cuidadosamente desde esta
perspectiva, salta a la vista un rasgo del Pedro anciano que no estaba en el
Pedro joven: su humildad. Hay varios episodios que Marcos omite, que están en los
otros evangelios, y que tienen un común denominador: todos ellos, de ser
contados, habrían traído honra a Pedro.
Cuando el Señor aparece a sus discípulos
caminando sobre las aguas, Marcos no menciona que Pedro haya caminado también.
Pedro podía gloriarse de haber sido el único que se atrevió a dar ese paso de
fe, pero no lo hace. Quien lo cuenta es Mateo. Caso similar es el de la
confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. El registro
de Marcos es muy lacónico. Ocupa sólo cuatro versículos (8:27-30), y no cuenta
que el Señor le haya prometido darle las llaves del reino de los cielos, lo que
sí registra Mateo (16:19). Al omitir este detalle, Pedro se exponía a que este
hecho quedara en el olvido.
Tampoco cuenta Marcos acerca del hallazgo
del estatero en la boca del pez, que sólo Mateo
registra. Pedro podía haberse ufanado de que el Señor haya provisto el dinero
para el pago de su impuesto, pero no lo hace. Cuando llegó el día de preparar
la Pascua, Marcos dice que el Señor "envió a dos de sus discípulos" a
hacerlo, pero no dice quiénes fueron. Lucas nos informa que esos dos discípulos
fueron Pedro y Juan.
El episodio del sepulcro en la mañana de
resurrección, que Juan registra con tanto detalle, Marcos ni lo menciona. Juan
recordaba muy bien esa carrera ansiosa aquella mañana, su ventaja sobre Pedro,
pero luego, la decisión de Pedro de entrar en el sepulcro primero que él. Juan
lo recuerda, pese a los años que habían pasado, pero no Pedro. Era un episodio
honroso para Pedro, que él prefería olvidar.
Lo mismo ocurre con la reacción valiente de
Pedro en Getsemaní, al intentar defender a su
Maestro. Aquella noche, Pedro expone su vida al sacar la espada, y atacar a Malco. Los otros tres evangelistas lo relatan; dos de ellos
mencionando a Pedro. Aparentemente, la intención de Pedro no era sólo
arrancarle la oreja a aquel hombre, sino evitar que su Maestro fuese
aprehendido. Conforme a la luz que él tenía, consideraba legítimo recurrir a
esas armas para defender a su Maestro, y lo hizo. Pero Pedro prefería recordar,
para su vergüenza, otros hechos, como el de la negación a su Maestro, en vez de
exhibir su arrojo.
La humildad consiste, principalmente en
guardar silencio. Pedro había visto a su Señor, y había aprendido de él. El
Señor Jesús no sólo era humilde, sino que era la Humildad personificada. Y
Pedro había estado con él.