MEDITACIÓN CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO

 

6 de mayo

 

Cristo, cabeza de la iglesia

 

   La Escritura dice que, cuando el Señor Jesús subió por encima de todos los cielos, todas las cosas fueron sujetas bajo sus pies. El Señor Jesucristo es Rey y Señor de todas las cosas. Luego, la Escritura dice que Dios –después de haber sometido todas las cosas bajo sus pies– "...lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia" (Ef. 2:22). ¡A la iglesia!

   Esto nos indica, entonces, que la relación que hay entre Cristo y todas las cosas es distinta a la relación que hay entre Cristo y la iglesia. Sobre todas las cosas, él es Rey y Señor, él gobierna y domina sobre todo. Pero con relación a la iglesia, él no sólo es Rey y Señor, ¡sino también es su Cabeza!

   Una cabeza siempre está vinculada a un cuerpo, y es inseparable de su cuerpo. Así Cristo –la Cabeza– se unió a la iglesia, para expresarse a sí mismo a través de Su cuerpo que es la iglesia. Entre Cristo y la iglesia hay una intimidad y una relación que no existe entre Cristo y nada más en este universo creado. La iglesia está unida íntimamente a Cristo de una manera en que nada más está unido a él. La iglesia, apartada de Cristo, no tiene ningún sentido, ninguna razón ni propósito en este mundo.

   ¿Para qué necesita la cabeza al cuerpo? Para expresarse. Ahora el Señor, en los cielos, está unido a su cuerpo sobre la tierra, y él, entonces, se tiene que expresar, revelar, manifestar y llevar adelante sus propósitos a través de su cuerpo que es la iglesia.

   Al convertirse en cabeza de la iglesia, de alguna manera el Señor Jesús se autolimita a sí mismo y queda atado a su iglesia. Él ahora necesita de la iglesia que es su cuerpo para llevar adelante el propósito eterno de Dios.

   El propósito de Dios es que Cristo lo llene todo. En el cielo, todo está lleno de él; mas no así en la tierra: Aún el mundo está bajo el príncipe de la potestad del aire, aún Satanás está moviéndose y manifestando sus designios malignos en el mundo. En los cielos, Cristo reina. Y en la tierra, él va a reinar, va a expresar la plenitud de sí mismo, por medio de la iglesia.

   En cierto sentido, él eligió depender de la iglesia para el cumplimiento de sus propósitos. Ahora, esto es muy arriesgado, ¿no les parece? ¿Pondría usted su confianza en el hombre? No, ¿verdad? Pero, ¿él lo hizo así porque él cree en el hombre? No. Él nos conoce, sabe cómo somos. Pero él sabe que su gracia y su poder, su misericordia y su amor, y su bondad para con nosotros en Cristo, finalmente van a lograr el cumplimiento de su propósito.

   El propósito de Dios se va a cumplir por medio de la edificación de la iglesia. Cristo lo llenará todo edificando su iglesia, y llenando a su iglesia de él mismo. Y, una vez que la iglesia esté llena de él, entonces la iglesia lo va a llenar todo de él. El Hijo es el resplandor de la gloria del Padre, pero la iglesia va a ser también el resplandor eterno de la gloria del Hijo, "...por todas las edades".