MEDITACIÓN CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO

 

20 de marzo

 

El perfecto amor

 

1ª Juan 4: 18-19.

 

   A diario los cristianos estamos sometidos a una intensa lucha a nivel del espíritu y del alma. Mas sabemos que en medio de esta vorágine, Dios nos dio herramientas y apoyos para continuar en este camino: el Espíritu Santo, la comunión de los Santos, su propia naturaleza divina, etc. Pero en muchas ocasiones nos parece que la vida cristiana se vuelve una pesada carga, muy difícil de tolerar. Entonces se nos hace familiar la amonestación de Dios a la Iglesia en Éfeso: "Has dejado tu primer amor" (Ap. 2: 4). El gozo y la alegría del principio se ven lejanas y todo se torna complicado y fatigoso.

   En 1ª Juan 4: 18 se menciona que "en el amor no hay temor" y que "el perfecto amor echa fuera el temor". Según este pasaje el temor resulta negativo dentro de la vida cristiana, por eso asociaremos este temor con miedo. De esta forma se diferencia del temor reverente y otros temores mencionados en la Biblia, que son muy saludables para todo cristiano. Pero este temor descrito por Juan es diferente porque debe ser echado fuera.

   Juan habla del perfecto amor, así que podemos deducir la presencia de un imperfecto amor que puede materializarse o tomar forma de pequeños amores imperfectos que pueden ser: trabajo, familia, una persona, hijos, dinero, posición social, etc. Dicho de otra forma, los amores imperfectos son todas aquellas motivaciones fuera de Cristo que nos impulsan a seguirlo.

   Mas gracias a Dios que hay solución para este problema. Al convertirse el perfecto amor en el motor del servicio del creyente hará que éste sirva en la Iglesia sólo para agradar al Señor, sin esperar ninguna retribución.

   Lamentablemente, el perfecto amor no se obtiene de un momento a otro. 1ª de Juan 4: 18 dice: "...el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor". Es necesario, entonces, que seamos perfeccionados. O sea, avancemos en nuestra vida espiritual cambiando nuestro amor imperfecto y miedo por el perfecto amor. 1ª Juan 4: 19 dice: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". Por medio de este pasaje podemos deducir que el amor nace en nosotros a medida que conocemos y gustamos del amor de Cristo. Todos sabemos que Dios nos ama, pero la mayoría de nosotros no ha sido capaz de gustar completamente de ese amor.

   Si la vida cristiana se vuelve pesada es necesario revisar nuestra motivación para seguir a Cristo. Si lo hacemos por miedo, entonces procuraremos gustar del amor de Cristo; seremos como la sulamita en el Cantar de los Cantares, que dice: "Atráeme, y en pos de ti correremos" (1:4). Es paradójico, pero ni siquiera nuestro amor es útil para amarlo a él. Necesitamos cambiar nuestro amor humano, imperfecto, por su perfecto amor.

   En 1ª Corintios 12 el Apóstol Pablo habla sobre los dones, pero en el versículo 31 dice: "...mas yo os muestro un camino aún más excelente". 1ª Corintios 12: 31 es el último versículo antes del capítulo 13 (La preeminencia del amor). Por lo tanto, el amor es superior a los dones. También lo es a la fe y la esperanza (1ª Cor. 13:15). No sigamos a Cristo por temor, ni con amor imperfecto, no busquemos las añadiduras. La mejor motivación para seguir y servir a Jesús será el AMOR.