MEDITACIÓN CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO

 

13 de junio

 

Tres aspectos del reino

 

   El Señor en su Palabra nos enseña tres aspectos de su reino: ver, entrar y heredar. Estos tres aspectos están relacionados con la vida del cristiano, desde su nuevo nacimiento hasta su glorificación.

   Jesús nos enseña dos aspectos en Juan 3, versos 3 y 5, cuando dice: "...el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios ... el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". Como enseñó Jesús a Nicodemo, este nuevo nacimiento se dio cuando Él fue levantado de la tierra en aquella cruz, de la misma manera como fue levantada la serpiente en el desierto (Jn. 3:14). A aquel que no conoció pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que en él fuésemos hechos justicia de Dios (2ª Cor. 5:21).

   Morimos con Cristo en su cuerpo en aquella cruz, y nacemos de nuevo por la resurrección, para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible (1ª Pd. 1:3-4). Este nuevo nacimiento está consumado en Cristo, ahora es necesario entrar en el reino, nacer de agua y del Espíritu. Cuando nacemos del Espíritu, somos incluidos en su Cuerpo, del cual el Señor Jesucristo es la cabeza. Este reino no tiene una apariencia exterior, como dijo Jesús, mas él está entre nosotros (Lc. 17:21).

   Este reino ya es llegado para quien nació de agua, esto es, de la Palabra (Stgo. 1:18, 1ª Pd. 1:23) y del Espíritu. No basta con ver el reino, es necesario también entrar en el reino, nacer del Espíritu. Este reino es su iglesia, donde el Señor ya reina, ya es Señor, y por su sangre nos perdonó nuestros pecados y nos hizo reyes y sacerdotes (Ap. 1:5-6).

   Pero hay un tercer aspecto del reino, que es heredar: "...confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hechos 14:22).

   El nuevo nacimiento en Cristo es una obra exclusiva de Dios. Nadie hizo nada para nacer de nuevo, es un nacimiento de lo alto, de Dios, por la gracia: "...aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Ef. 2:5).

   Ver el reino es por la gracia y entrar en el reino es por la fe. La gracia es un don de Dios y es mediante la fe que la alcanzamos (Ef. 2:8). "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hb. 11:6).

   Ver el reino es por la gracia, entrar en el reino es por la fe, y heredar el reino es como nos enseña Hechos 14:22, por la permanencia en la fe. Es, como nos dice también el texto de Hebreos 6:12, por la fe y paciencia, en nuestra perseverancia. Pedro aún nos exhorta diciendo: "Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2ª Pd. 1:10-11).

   Si usted vio el reino, ahora entre por la fe. Si ya entró, entonces exhortémonos unos a los otros, en tanto que se dice hoy, a perseverar en la fe.