MEDITACIÓN CRISTIANA PARA CADA DÍA DEL AÑO

 

21 de agosto

 

El pecado en el creyente

 

   La voluntad perfecta de Dios para sus hijos es que ellos no pequen. Y para hacerlo posible, él ha puesto dentro de ellos una vida poderosa, la vida de su Hijo, que es santa y pura.

   Sin embargo, a causa de que aún están en la carne, ellos todavía pecan. Por eso dice la Escritura en Gálatas 6:1: "Si alguno fuere sorprendido en alguna falta...", y en 1ª Juan 2:1: "Hijitos míos... si alguno hubiere pecado...". Todo creyente está expuesto al pecado, y es inevitable que peque (1ª Jn. 1:8, 10). Esto suele ser muy doloroso para un creyente que ama a Dios, y que quiere andar en santidad.

   ¿Perecerá un cristiano que peca ocasionalmente? ¡No! El Señor dijo: "Y yo les doy vida eterna; y no perecerá jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Jn. 10:28). La salvación que recibimos es eterna. Este es un hecho inalterable.

   Entonces, ¿no tiene importancia que una persona peque después de ser salva? Sí la tiene. Si un creyente peca, afronta dos consecuencias graves: en primer lugar, sufrirá en esta vida las consecuencias del pecado (El hermano de 1ª Corintios 5:5 fue entregado a Satanás, lo cual es terrible). El Señor perdonó el pecado de David con la mujer de Urías, pero jamás se apartó la espada de su casa (2 S. 12:9-13). En segundo lugar, será castigado en la era venidera. Cuando el Señor regrese "pagará a cada uno conforme a sus obras" (Mt. 16:27). Pablo dijo que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, para recibir según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo (2ª Cor. 5:10).

   Aparte de estas dos consecuencias, el pecado interrumpe nuestra comunión con Dios. Para el creyente, tener comunión con Dios es una bendición y un privilegio muy glorioso; sin embargo, si pecamos, la perdemos inmediatamente. Cuando pecamos, el Espíritu Santo es contristado, y la vida en nosotros se siente incómoda, con lo cual perdemos el gozo y la comunión con Dios. Pero, ¿qué hacer "si alguno peca"? Si alguno pecare involuntariamente, ¿cómo puede restaurar su comunión con Dios?

   El Señor Jesús llevó todos nuestros pecados en la cruz. Los que cometimos en el pasado y los que cometeremos en el futuro. Al momento de ser salvos, fuimos perdonados de todos los pecados que habíamos cometido hasta ese momento, conscientes o inconscientes. Pero también llevó en la cruz los pecados que habríamos de cometer después de ser salvos.

   Cuando un hijo de Dios peca, debe confesar sus pecados (1ª Jn. 1:9; Prov. 28:13). Confesar significa regresar a Dios, reconociendo que hemos pecado. Cuando un hijo de Dios peca y no confiesa su pecado, pierde su comunión con Dios e interrumpe la relación íntima que había entre él y Dios. Esta comunión sólo se puede restaurar cuando confesamos nuestros pecados.

   Tenemos que humillarnos y confesar nuestros fracasos y faltas delante de Dios. No seamos orgullosos ni negligentes, porque podemos caer en cualquier momento. Cuando confesamos nuestros pecados, la comunión con Dios se restaura de inmediato, y recobramos el gozo y la paz que habíamos perdido.